viernes, 21 de octubre de 2011

Respuestas a las preguntas acerca de la salvación

Otra vez Jesús les habló diciendo; yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12   
¿Qué significa, entonces, la frase Jesús salva? ¡Con corazón abierto lea usted lo que dice la Biblia!
1.    ¿Qué significa ser salvo?
Ser salvo es llegar hacer hijo de Dios, recibir el perdón de todos lo pecado y el don de la vida eterna.
Mas a todos los que le recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su hijo. 1º Juan 5:11
2.    Si Dios dijo que la paga del pecado es muerte. ¿Cómo puede perdonar los pecados sin castigarlos?
Jesús murió en nuestro lugar. El pago todo el castigo que nosotros merecíamos.
Mas el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de paz fue sobre el, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargo en el pecado de todos nosotros. Isaías 53: 5,6
3.    En realidad, ¿esta Dios dispuesto a perdonarnos todos los pecados?
¡Si, todos!
Venid luego, de Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados  fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18
Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Salmos 103:12

4.    ¿Qué debemos hacer para recibir esta salvación tan grande?
Debemos arrepentirnos de nuestros pecados y creer que Jesús murió por nosotros.
Así, que arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio. Hechos 3:19
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa. Hechos 16:31
5.    ¿No podemos ganar o merecer la salvación tratando de vivir una vida buena?
No. Somos salvos por la gracia de Dios (su favor y su amos que no merecemos), no por nuestros esfuerzos propios.

Porque por gracia soy salvos por medio de la fe: y esto no de vosotros pues es don de Dios. No por obras para que nadie se gloríe. Efesios 2:8,9
6.    ¿no hay otra manera de ser salvos sino por Jesús?
No hay otra manera.
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:12
7.    ¿Cuál es la gran promesa dada a todos los que creen en Jesús?
Todo el que cree de veras recibe el don de la vida eterna. Ya no están bajo sentencia de muerte.
De cierto, de cierto os digo: el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y ya no vendrá a condenación más ha pasado de muerte a vida. Juan 5:24  






lunes, 10 de octubre de 2011

Testimonio de la Hna. Vilma (Ex Bruja Santera)

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehóva tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Josue 1:9


Este testimonio ha sido de gran bendición en mi vida espero lo sea también en la tuya porque como dicen sus escrituras:
De modo que si alguno esta en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas.
2° Corintios 5:17
Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Romanos 10:13
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigenito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16



miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Ha visto alguien mi tiempo? ¡Lo he perdido!

Si el mundo interior está en orden, es porque he tomado la decisión diaria de considerar el tiempo como un regalo de Dios, digno de ser invertido cuidadosamente.
Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, y las mismas son más sabias que los sabios: Las hormigas pueblo no fuerte, y en verano preparan su comida; Los conejos, pueblo nada esforzado, y ponen su casa en la piedra; Las langostas que no tienen rey, y salen todas por cuadrillas; Y la araña que atrapas co la mano, y esta en palacios de rey. Proverbios 30: 24-28
En cierta ocasión di una conferencia a un grupo de pastores en la que mencione varios libros que yo había leído hacia poco, y una vez terminada la misma, un joven ministro me pregunto: ¿De dónde ha sacado usted para leer esos libros? Cuando entre en el pastorado, yo estaba seguro de que también podría hacer esa clase de lectura pero llevo semanas enteras sin leer nada en absoluto. ¡Me encuentro demasiado ocupado!
Hablamos brevemente de la disciplina de la lectura, y la conversación empezó a derivar hacia otros aspectos de su vida personal. El joven pastor compartió conmigo que se sentía culpable en cuanto a sus devocionales, los cuales eran casi inexistentes. Admitió así mismo que hacía mucho que no pasaba nada que se pareciera a un rato verdaderamente fructífero con su esposa, y se lamentaba de que sus sermones eran por lo general deficientes, según su propia evaluación.

Al final de nuestra conversación el ministro reconoció que su fracaso incluso en leer un libro era solo indicio de una lucha todavía más profunda: francamente hablando expreso, me encuentro totalmente desorganizado y no logro hacer nada que valga la pena.

Simpatizo mucho con ese joven y con su confesión. Hubo un tiempo en mi propia vida en el cual yo hubiera podido decir lo mismo que el. Por otra parte, no creo que ninguno de los dos nos habríamos quedado solos sin en aquella conferencia nuestros colegas hubiesen sido sinceros. El mundo está lleno de gente desorganizada que ha perdido el control de su tiempo.
Comentando sobre la indisciplinada vida de Samuel Taylor Coleridge, William Barclay escribió:
Coleridge es la tragedia suprema sobre la indisciplina nunca una mente tan magnífica produjo tan poco. Abandono la Universidad de Cambridge para alistarse en el ejército; luego lo dejo porque no podía almohazar un caballo; volvió a la universidad de Oxford y salió de ahí sin haber obtenido ningún título. Comenzó a publicar un periódico llamado The Watchman (El vigilante), cuya vida se limito a solo diez minutos.

De Samuel Taylor Coleridge también se ha dicho que “se perdía en visiones de trabajo que necesitaba hacerse, y que siempre quedaba sin hacerse”. Coleridge tenía todos los dones poéticos menos uno: el de concentrarse y mantenerse con la tarea lo demandaba”. El tenia en la cabeza y la mente toda clase de libros, que como el mismo decía, solo les faltaba la “trascripción”. Estoy a punto “expreso de mandar dos volúmenes”. Pero esos libros jamás se escribieron, salvo en la mente de Coleridge, porque él no era capaz de aceptar la disciplina de sentarse y redactarlos. Nadie ha alcanzado nunca ninguna eminencia, ni habiéndola alcanzado la ha mantenido jamás sin disciplina.

Bibliografía
MACDONALD, Gordon (2008). Ponga orden en su mundo interior. Ed. Betania, México